25M – 25 de Mayo: el mapa y el territorio

Las fechas son poderosas. Si bien nos remiten al pasado, condensan a su vez una lectura del presente y una moneda tirada hacia delante, una apuesta al futuro.

Las fechas configuran una herencia, una tradición, nunca lineal ni cerrada, compuesta de victorias parciales y derrotas pasajeras. Pero no deben ser tenidas como estatuas que contemplamos como si todo estuviera congelado en un relato amigable: son las cicatrices en el cuerpo que nos hablan de nosotros mismos y nos recuerdan que estamos vivos.

A mí me gusta pensar que las fechas componen una especie de mapa. Imaginen uno: en él hay toda clase de puntos de distintos tamaños indicando la importancia de las ciudades que lo conforman. Desde pequeños pueblos de mil habitantes hasta ciudades capitales de millones. Con las fechas sucede algo similar. Cada uno de nosotros, de manera solitaria o grupal, tiene un mapa compuesto por fechas que nos orienta a elegir éste o aquél camino.
Pero no todos compartimos el mismo mapa. Entre grupo y grupo la importancia de esos puntos puede variar y el dibujo, los caminos, valles y montañas, ríos y lagos, también. Sin embargo, estoy seguro que hay fechas que son vistas por todos como un punto de orientación: el 25 de Mayo es una de esas fechas que en cualquier mapa se transforma en capital.
Para nosotros, los peronistas, el 25 de mayo además cobra una significación particular ya que nos recuerda acontecimientos que marcaron nuestra propia historia. Acontecimientos que en muchos casos son vistos como una especie de “comienzo”, aunque yo prefiero pensar que no lo son. Porque la idea de comienzo u origen anula el proceso previo. Por ejemplo: pensar que el 25 de mayo de 1973, fecha en que Cámpora asume el poder y el peronismo vuelve a ser Gobierno es el comienzo de algo es reducir toda una experiencia, una serie de acontecimientos y de historias menores que hicieron posible el desenlace de ese día en particular. De igual manera me gusta pensar el 25 de mayo de 2003, día y año que Néstor Kirchner asume su presidencia.
La historia no es un viaje por la autopista en donde todo sale bien y llegamos a tiempo a nuestro destino. La historia, también, es una sucesión de accidentes; está compuesta de planes y objetivos que no salieron como lo esperaban sus protagonistas; sorpresas de último momento, palabras que no llegaron a decirse y campanas que no sonaron a término. La historia se compone de hombres conspirando en una jabonería; de militantes escuchando grabaciones prohibidas en donde se oye la voz de su líder que les habla del otro lado del océano (aunque ellos lo sienten muy cercano); de candidatos que deciden no serlo porque “vieron cosas que no le gustaron” y candidatos que sí, porque sienten en su espalda una obligación y en sus entrañas el deseo de un futuro en serio. Eso es lo interesante de las fechas que nos marcan a fuego: que por un lado parecen una consecuencia lógica y cerrada de un devenir y por el otro son, en realidad, el esfuerzo y el ímpetu de hombres y mujeres que luchaban por algo mejor, sin calendario y acompañados por el azar de la vida propia.
El 25 de mayo de 2019 no es ajeno a esta genealogía. Si bien estas líneas están escritas sobre el filo, es decir, antes que ese 25 suceda, no puedo dejar de pensar que tiene una significación tan importante como los dos ejemplos que mencioné. Alguno podrá objetar que no es la asunción de nadie, que todavía hay una campaña por hacer, unos votos por contar, etc., pero aun así, al menos esta es mi intuición, este 25 de mayo por venir es muy importante en nuestra larga historia peronista.
Por qué, se preguntarán. Pues bien, porque aquí también se condensan una serie de acontecimientos, de derrotas y pesares, pero también de lucha, organización y sabiduría. Sin embargo, más que detenerme en esos hechos –sobre los que no hemos dejado de hablar en todo este tiempo, aquí y allá, de manera ininterrumpida, azorados por el desastre del presente-, me gustaría pensar, al menos por esta vez, incluso a sabiendas de que el futuro siempre es una imagen borrosa, en lo que está por venir.
Este 25 de mayo de 2019, además de ser la conmemoración de todos los 25 precedentes (cada uno elige el que más le gusta), es el primer acto de la fórmula que nuestro espacio presenta para la presidencia y la vice presidencia, integrada por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner respectivamente. Una fórmula que hemos llamado “de la esperanza”, es decir, sobre la que se espera algo; en otra palabras, una fórmula para el futuro y del futuro. Un futuro distinto a este presente, sino no existiría la necesidad de llamarla de ese modo: si sólo quisiéramos un cambio la llamaríamos así, la fórmula del cambio. Pero nosotros no queremos un cambio, queremos algo mucho más profundo, algo diametralmente opuesto a lo que tenemos. Y no se trata sólo de medidas, se trata más bien de fundamentos.
Este 25 de mayo, en el que no hay una revolución, en el que no asume nadie como presidente, en el que sólo asistiremos a un acto de presentación de fórmula, comparte con los anteriores un mismo espíritu. Es una invitación que nos envían del pasado, escrita por aquellos que ya no están, en donde se nos pide hacer el mejor mundo posible para aquellos que vendrán. En este 25 también habrá lágrimas, pero no de dolor por lo que ya no es, sino de victoria por todo lo que puede ser.
Como dije antes, las fechas son poderosas. Puntos en el mapa que nos orientan. Pero el mapa no es el territorio: el primero es la representación del segundo. El primero es prolijo; el segundo salvaje y lleno de accidentes. Nosotros ya tenemos nuestro mapa, ya tenemos nuestros 25, ahora sólo nos queda recorrer el territorio. Porque, al fin y al cabo, allí es donde se ganan las batallas.
Matias Molle – Concejal Unidad Ciudadana San Fernando

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