Memoria, verdad y justicia son valores que deben acompañarnos cada día, que van mucho más allá del 24 de marzo. Porque los desaparecidos no desaparecieron de nuestro recuerdo. Porque la búsqueda de la verdad debe reflejarse en la transparencia con la que encaramos todas nuestras luchas. Porque la justicia es el horizonte hacia el que caminamos. Hoy no puede ser el único momento en el que nos tomemos el tiempo de reflexionar sobre el genocidio ocurrido en la última dictadura militar y sus consecuencias. La democracia que buscamos se construye diariamente, es por eso que -desde la juventud- afirmamos que la esencia de esta efeméride, que atraviesa nuestras raíces, tiene que traspasarse a nuestra rutina.
La legitimidad es la columna vertebral de cualquier gobierno. Como pueblo, el 10 de diciembre de 1983 elegimos no legitimar el terror como método de opresión. Elegimos decirle BASTA a la violencia, al autoritarismo, a la represión ilegal. Pero, por sobretodo, supimos decirle NUNCA MÁS a los crímenes de lesa humanidad, a las violaciones sistemáticas a los derechos humanos y a la impunidad de quienes las cometieron. Los secuestros, las torturas, las desapariciones no fueron casos aislados, sino que se trata de 30.000 vidas arrebatadas y, ante eso, no hay perdón ni amnistía posible. Es necesario entender que, detrás de cada número, hay una biografía plasmada de dolor y fortaleza.
Conocer nuestra historia para no repetirla es el eje que nos guía. A través de la escucha de testimonios, de la lectura de informes, de la visita a centros clandestinos de detención y del diálogo, es que las y los jóvenes conocemos ese periodo sangriento que marcó nuestro pasado. Pero la justicia sigue presente en nuestras reivindicaciones y representa una deuda con toda la Nación. Para que podamos entender lo que realmente sucedió en la dictadura del 76, su enseñanza en las escuelas es determinante Si hay algo que podemos aprender de aquella etapa, es el papel de la juventud como motor de cambio y como fuente creadora de alternativas políticas con fuertes ideales.
Valorar la pluralidad y respetar la diversidad son dos formas de conmemorar esta fecha, durante todo el año. Lo mínimo que podemos hacer es dejar de demonizar a quienes tienen ideas opuestas, recordar lo sucedido para no caminar hacia esa dirección y admirar la resiliencia con la que semejante herida se enfrenta. Se lo debemos a las personas que dejaron sus lágrimas, su sangre, su vida, en nombre de la democracia. Se lo debemos a los excombatientes, a los que cargan con secuelas psicológicas y físicas inimaginables, y a los que no volvieron. Se lo debemos a las abuelas sin sus nietos, a las madres sin sus hijos y a los hijos e hijas usurpados de los brazos de su familia.
Necesitamos conocer nuestros derechos, para poder hacerlos respetar. Necesitamos defender la democracia, para que estos tengan un marco de validez. Necesitamos entender nuestro pasado, para decidir cómo queremos que sea nuestro futuro. Necesitamos venerar los tratados y declaraciones internacionales de DDHH, así como nuestra propia Constitución, para ser más humanos. Necesitamos ser más humanos. Se lo debemos, a quienes lucharon para que hoy tengamos las libertades, que a ellos les arrebataron.
Por Juventud FR