En días tan importantes como estos, recordamos lo que nos une, el manto de fraternidad que tenemos como una sociedad de iguales, recordamos pertenecer a la misma tierra, las mismas alegrías y los mismos dolores.
La dimensión nacional de Manuel Belgrano es tan grande, que en su memoria le damos forma a nuestro pabellón nacional, nuestra bandera. Un símbolo sagrado que, a pesar de nuestras crisis recurrentes, nunca se rompió como elemento de unión y culto de pertenencia.
Es por ello que, en un día tan especial, es bueno recordar los símbolos que nos unen, el poder sanador que tienen en una sociedad muchas veces herida y defraudada a lo largo de la historia. Nuestra bandera es un gran símbolo, representa el concepto de lo nacional, todo lo sagrado de un pueblo, la identidad nacional, más allá de los hombres y de las palabras.
La bandera es el reflejo de miles de hombres que dieron su vida para que se alzara en libertad. No sabemos los nombres de todos ellos, muchos de ellos, mártires anónimos de nuestra independencia y libertad, que la historia no recordó. No guardo sus nombres ni sus retratos.
Si algo pudiera encontrar la fuerza de su legado, si pudiera resumirse el precio que tiene la libertad para un hombre, ese sería el símbolo que nos une, y que no seguirá uniendo a pesar de nuestras luchas intestinas: La bandera. El celeste y blanco de nuestra escuela, de los patriotas, la escarapela de la maestra, el color del cielo, todo lo que parece abstracto y se pierde en el aire, que tiene la fuerza del tiempo, de lo sagrado, de todo aquello que no se puede destruir: Los Símbolos.
Matías Casaretto – Concejal Bloque Cambiemos
Presidente de Acción Comunal del Partido de Tigre