Las convicciones, el honor, la dignidad, la decencia eran fundamentales a la hora de pelear contra el poder económico y militar de un imperio.
Eran conscientes que sin esa coherencia que preserve la causa de la libertad perdían la guerra. Entonces no podían mostrar ante quienes convocaban a esta causa superior indecencia, cobardía o corrupción. Sino rápidamente el mal ejemplo iba a contagiar, el líder perdía autoridad moral para disciplinar y la propia causa de bien común perdería sentido y daría argumentos para ser traicionada.
Cuando más difíciles son las causas, mayor es el nivel de ejemplaridad que deben aportar los liderazgos.
Un Belgrano poco valiente, no hubiese sido respetado por su tropa. Un Belgrano indecente, hubiese significado la falta de solidaridad del pueblo en el éxodo. Un Belgrano corrupto hubiese tenido un ejército de mercenarios y no de patriotas.
Estos valores morales formaron parte esencial de la causa de la independencia. Y esos valores debían ser simbolizados, por eso la importancia de identificarse con un pabellón que indique que ese ejército peleaba por la libertad, la justicia, la solidaridad de todo un pueblo.
Hoy la Patria necesita más que nunca rescatar estos aprendizajes de la historia, para pelear por la solidaridad, la libertad, la justicia, la educación que soñaron hombres como Belgrano. Y esas causas también son fundamentales para darle sentido a la palabra Nación.
Hoy necesitamos líderes morales, capaces de ser buenos ejemplos para liderar el sacrificio que entre todos debemos hacer para luchar por esas causas.
La política debe entender que sin buenos ejemplos de quienes se proponen para conducir proyectos colectivos, no será posible salir de este fracaso permanente que vive la Patria y la República.
Al decir de Don Manuel “Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos”.
#Belgrano #BuenEjemplo
Carlos Castellano – Concejal. Fundador de “Repensando San Isidro”
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