Por Paola Spatola*
Hoy más que nunca es cierto que la organización del trabajo resulta fundamental para marcar el derrotero del desarrollo social y económico de una sociedad en el futuro.
La inteligencia artificial está remodelando intensamente el futuro del trabajo de múltiples formas, desde la automatización de tareas rutinarias hasta el aumento de las capacidades humanas. Si bien ofrece oportunidades para aumentar exponencialmente la eficiencia, también es cierto que presenta mayúsculos desafíos relacionados con el desplazamiento de puestos de trabajo y la necesidad de desplegar nuevas habilidades. En este desafiante contexto, ninguno de nosotros individualmente podrá lograr tanto como todos nosotros juntos.
Este es el principio de solidaridad que está inscripto en la razón de ser de la conmemoración del Día del Trabajo y que debe inspirar nuestro accionar para enfrentar el canto de sirenas que trata de convencernos que el individualismo nos conducirá al bienestar.
Adaptabilidad y resiliencia, alfabetización digital, creatividad e innovación, habilidades de automatización, son algunos de los innumerables atributos con que deberá contar el trabajador del futuro. Su simple enumeración nos señala que lograrlos “solos” resulta ser una tarea imposible. En una jungla tan intricada hará falta que prime la solidaridad.
Para estar acordes con los tiempos por venir, los trabajadores del futuro necesitarán de un aprendizaje constante y estar en condiciones de trabajar en equipos multidisciplinarios. Para disponer de estos atributos, sus organizaciones deberán hacerse responsables de nutrirlos de las herramientas que enriquezcan sus habilidades y conocimientos. El futuro del trabajo será auspicioso solo si esta tarea ocupa el centro de las demandas laborales.
Solo compartiendo intereses solidarios, inquietudes y necesidades podrán los trabajadores hacer frente al torbellino que se avecina -que, en verdad, ya está entre nosotros, desarrollando los instrumentos que se necesitarán para no ser echado a un costado del camino. El aprendizaje permanente será requisito para la realización personal.
En resumen, rememorar las trágicas jornadas de mayo de 1886 adquiere hoy un significado muy particular cuando el mundo asiste con perplejidad a una andanada de agresiones a los derechos del trabajador, como si fuera éste responsable único de los males que aquejan a una sociedad por demás desigual.
Subrayemos que -de cara al futuro, la conducta de cada uno dependerá el destino de todos.
¡Feliz día del trabajador!
*Paola Spatola, concejal de Vicente López