17 de octubre, siempre

Por Paola Spatola *

Hoy 17 de octubre, la encrucijada que enfrenta la Nación es similar a la que enfrentó en 1945, pero en esta oportunidad con exigencias mucho más severas, como producto del escepticismo del cuerpo social, el avance tecnológico y la aceleración de los cambios políticos operados en todo el mundo.

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Como si eso fuera poco, transitamos un siglo hambriento pensamiento político, que emplea viejas categorías, diseñadas más para satisfacer antiguos reclamos sociales que para dar respuesta a las nuevas necesidades de la comunidad.

Frente a este vacío que confunde crítica con abdicación, convicción con sectarismo, identidad con parodia y lealtad con servilismo, uno de los caminos peligrosamente posible es el de la no ideología.

No ideología que reduce el destino de la Nación a las bondades de un plan tecnocrático, limita la política a una cuestión de éxitos y fracasos que nada tiene que ver con los valores trascendentes, y establece que el progreso de un Pueblo se mide exclusivamente por las coordenadas de sus cuentas fiscales, entre las cuales el hombre es un componente más y en ocasiones hasta prescindible.

Ante ese paisaje, afirmarse en el ser Justicialista y reivindicar la gesta del 17 de octubre es depositar el péndulo en el otro extremo de la orilla.

Es elogiar un espacio propio que afirme nuestra identidad. Es sentir orgullo de nuestra historia, sabiendo que la mejor manera de no traicionarla consiste en abandonar esa actitud casi automática, que ante cada problema presente nos empuja hacia atrás, para decidir con actos reflejos, siempre más referidos al pasado que al futuro, como si nuestra memoria fuera un trauma antes que una alegría.

El finísimo equilibrio de los Justicialistas pasa por el hecho de no ser antiguos ni modernos, sino contemporáneos, rigurosamente contemporáneos para estar, una vez más, a la altura de las exigencias propuestas por las transformaciones del mundo. Observarlo desde una perspectiva propia, sin taparse los ojos ni negar la realidad frente a las oscilaciones que ocurren.

Por ello, celebrar el 17 de octubre hoy, no consiste en establecer la necesidad del cambio sino el sentido del cambio; su rumbo, su impronta. Consolidar un horizonte. Retomar la esencia cultural de la recuperación argentina.

En definitiva, se trata de luchar para que el destino no quede vacante, porque la exigencia de la hora impide cruzarse de brazos y disponer que otros se encarguen de lo que constituye un deber irrenunciable de peronismo y patriotismo.

* Paola Spatola, concejal del bloque Juntos de Vicente López