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17 de octubre, día de la lealtad

“Corría el mes de octubre de 1945. El sol caía a plomo sobre la Plaza de Mayo, cuando inesperadamente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente desde sus fábricas y talleres. (…) Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de resto de brea, de grasas y de aceites. Llegaban cantando y vociferando unidos en una sola fe (…) Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad (…) Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto (…) Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río. Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años, estaba allí, presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo.»
Scalabrini Ortiz
 
 El 17 de octubre de 1945 es uno de esos momentos que cambia el curso de la Historia.  Es un día extraordinario en varios sentidos, en principio porque significó un acontecimiento novedoso en la vida política Argentina y Latinoamericana.  Fue tan disruptiva  la afluencia de hombres y mujeres pidiendo la liberación de Perón, que ni el propio Coronel encerrado en la Isla Martin García pudo imaginar que su vida y la de la argentina cambiarían para siempre en esas horas.  El 14 de octubre Juan Domingo le escribe una carta desde prisión  a Evita.  Un hombre traicionado y  encarcelado por sus propios compañeros de armas,  le pide a su compañera: que no pierda el ánimo que la extraña y que cuando puedan se casan y se van a vivir en paz al sur. Ninguno de los que vivieron ese momento imaginó  lo extraordinario que estaba por suceder. Pensemos que también a  los muchachos de la CGT  los agarró de sorpresa, los dirigentes de la Central todavía estaban golpeados ante la detención de Perón y la  eliminación de las conquistas laborales que habían logrado.  Llamaron a un Paro General para el 18 de octubre, pero el pueblo se les anticipó.  Trasladémonos al  16 de octubre a la noche, un pueblo que se acostaba sin imaginar  que al otro día se produciría ese hecho extraordinario colectivo y espontáneo que abriría las puertas a otro tiempo. Eso es lo extraordinario de la acción política y la historia, que en un acto, en una acción, en un acontecimiento o hecho colectivo de repente todo lo cambia.
El 17 de octubre, es un movimiento popular que nace de manera espontanea, un movimiento que surge desde los puestos de trabajo,  del boca a boca;  una sudestada de trabajadores y trabajadoras, inundando con su presencia y participación política el centro administrativo del país, un caminar conjunto que se hizo sin teléfono, sin wast up, sin facebook, sin #17Oct. La calle era testigo de cómo la historia se amasaba a lo grande, en la calle, en la plaza de mayo como había sido en otras oportunidades. Esta vez pidiendo de manera pacífica y sin ningún acto de violencia la libertad de su líder.
Hay un condimento que también hace extraordinario ese día, y es que el 17 de octubre transforma el orden político. Inaugura un nuevo orden de cosas que nació para dar vuelta el tiempo de una época y parir los derechos sociales en nuestro país. Un momento límite, una bisagra que produce una nueva argentina,   una vuelta en la historia que proyecta su influencia y ejemplo hasta nuestro presente. Un mito viviente  que alimenta las esperanzas futuras como también agiganta los miedos de esos otros acostumbrados a mandar y gobernar el país a su antojo. Pienso en Scalabrini Ortiz describiendo perplejo  lo que estaba viendo, un momento estético y político inigualable de esos que detienen los relojes, porque son tan profundos que pasado, presente y futuro son reunidas en un mismo espacio y tiempo proyectando su fuerza en todas direcciones. Porque el 17 de octubre es el nacimiento de una identidad,  que le pondrá nombre a los sin nombre, a los excluidos.  El  subsuelo de la patria sublevado se hace presente, aparece en la superficie política para ser reconocido y reconocerse como pueblo de pie.
Los dueños de la argentina que vieron que ese aluvión desafiaba sus privilegios, su orden, su dominación sufrieron con temor la aparición del pueblo. Tuvieron que  generar las más diversas metáforas para tratar de encarcelar ese hecho masivo que  no podían ni entender, ni aceptar ni ver, lo trataron de maniatar por derecha y por izquierda:  dijeron aluvión zoológico, cabecitas negras, grasas , barbaros, ignorantes, masas en disponibilidad manipuladas, lumpenproletariado, paternalistas, populistas. Pienso en todo ese odio que nublaba los ojos de esos sabios y doctos que condenaban la alegría de un pueblo pidiendo por la liberación ya no solo la de Perón sino fundamentalmente la propia. 
Sin duda ese tiempo fue posible porque hubo hombres y mujeres junto con  Perón y Evita que trabajaron y montaron las bases de una organización política que permitiría  la expresión política de todo un pueblo. Los peronistas tenemos y celebramos nuestro día de la lealtad porque nos da identidad, nos hermana y fundamentalmente nos sirve de guía para mostrarnos el camino a seguir, es con la unidad del pueblo argentino como lograremos la independencia económica, la soberanía política y la justicia social. El 17 de octubre de 1945 fue extraordinario pero de ninguna manera único, la fuerza de ese día reside en que hubo un 17 de octubre donde eso fue posible,  y que hoy como ayer, el pueblo unido, movilizado y hermanado tendremos otro octubre que  vuelva el tiempo y la historia y seamos millones los que nos unamos para todo cambiarlo.

Por Nacho Alvarez, Lic. En Ciencia Política, concejal peronista de San Fernando.

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