Desde el atrio de la Catedral y encabezada por las imágenes de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, su esposa, que recorren las calles del casco histórico y del centro comercial, para retornar una hora después al templo y oficiar la misa solemne. En la Plaza Mitre, lugar de encuentro donde toda la familia disfruta de una tarde colmada de entretenimientos gracias a la especial kermesse.
“Allá por 1680 llegó un soldado vizcaíno de nombre Domingo de Acassuso, cuya misión era vigilar la costa. Nos cuenta la leyenda que, en su recorrida por el Pago, éste descansa bajo un espinillo y se queda dormido. En su sueño promete levantar en ese mismo lugar una capilla para venerar a San Isidro Labrador, de quien era devoto.
Así es como en 1707 hizo erigir un templo, el cual se constituyó en el núcleo espiritual y social de la zona. En sus alrededores se firmó el primer caserío que dio origen al pueblo que tomó al Santo Labrador como patrono. Con el tiempo, San Isidro pasó a ser el lugar elegido por las familias aristocráticas para pasar sus temporadas de descanso. Levantaron aquí sus “quintas de verano” rodeadas de grandes jardines, las que aún podemos apreciar.
Desde fines del siglo XIX es un nuevo templo, ya Catedral, el que se alza en el lugar elegido por Domingo de Acassuso y el pueblo de San Isidro se ha convertido en un pujante municipio.”
Lic. Lucía Domínguez – Coordinadora de la Oficina de Turismo