1° de Mayo: Trabajo, tecnología y soberanía en la Argentina que resiste en tiempos 5.0.

Por Lucas Boyanovsky*

Para situarnos en contexto, la falta de acceso al empleo registrado se agrava con la política actual del gobierno de Javier Milei, que acelera este proceso de fragmentación en el mundo del trabajo.

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La transición que viene forzando el neoliberamismo desde el modelo de Néstor y Cristina Kirchner que reindustrializaron el país post crisis del 2001, hacia uno centrado en los servicios, se combina hoy con una apertura económica indiscriminada. La libre importación de insumos, bienes de capital e incluso maquinaria usada de bajo costo pone en jaque la supervivencia del trabajo industrial argentino.

Ergo, este 1° de mayo nos convoca a reflexionar sobre los múltiples desafíos que atraviesan los argentinos y argentinas en el mundo del trabajo.

El primero es de carácter global: la digitalización de la economía, el auge de las plataformas y la irrupción de la inteligencia artificial. Estos procesos transforman profundamente la matriz laboral: generan nuevas oportunidades, pero también amenazan empleos tradicionales, sobre todo en países como el nuestro, donde el trabajo ya viene siendo afectado por la precarización y la informalidad estructural.

La inteligencia artificial, más allá de su uso lúdico —para crear imágenes, videos o juegos—, representa una oportunidad estratégica para mejorar procesos industriales y productivos de altísimo nivel. Puede revolucionar sectores como la logística, la energía, la manufactura y la salud. Sin embargo, si no se la incorpora con políticas públicas que promuevan su adopción en beneficio de la producción nacional y del trabajo argentino, corre el riesgo de convertirse en una herramienta de exclusión más que de desarrollo. Se necesita un Estado moderno que impulse su uso como política de Estado: que regule, capacite, y la aplique para fortalecer la soberanía tecnológica, la innovación productiva y la inclusión laboral. Tal como viene señalando Cristina Fernández de Kirchner, el Estado no debe achicarse, sino volverse más inteligente, estratégico y eficiente para dar respuesta a los desafíos contemporáneos.

En paralelo, la expansión de las plataformas digitales —ya sean de reparto, de servicios o de trabajo freelance— consolida nuevas formas de precariedad laboral. Jóvenes sin acceso al empleo formal se ven empujados a aceptar condiciones de trabajo fragmentado, sin horarios definidos, sin descanso asegurado ni cobertura social. La sobrecarga de tareas, la expectativa de disponibilidad constante y la imposición de asumir costos que antes correspondían a los empleadores configuran un escenario de informalidad encubierta, que erosiona derechos básicos y debilita los proyectos de vida.

En la base de la pirámide laboral, la situación es crítica: más del 40% del empleo no está registrado. Millones de personas viven de changas, del trabajo informal o de planes sociales, en un marco de absoluta vulnerabilidad.

Tampoco están a salvo los sectores medios profesionales. Áreas como la salud atraviesan un profundo deterioro: médicos y médicas mal remunerados, obligados al poliempleo para alcanzar ingresos razonables, son solo un ejemplo de una tendencia que afecta a cada vez más profesiones.

El gran desafío de nuestra época es construir un modelo de país que esté a la altura de nuestras necesidades y capacidades. Un modelo que no dependa solo de la exportación de commodities, sino que dé valor agregado a nuestras riquezas naturales. Que impulse la producción de alimentos, el desarrollo científico-tecnológico, la inclusión social y la soberanía económica. Un modelo que recupere el sentido del trabajo como eje de la dignidad y del proyecto nacional.

En este 1° de mayo, reafirmamos la necesidad de un país que ponga el trabajo en el centro. Pero también entendemos que ese país no puede construirse sin un Estado moderno: un Estado que regule el avance tecnológico sin miedo, que promueva la producción con valor agregado, que proteja a los trabajadores y trabajadoras del presente, y que abra horizontes a las generaciones futuras.
El trabajo no puede ser una carrera individual en medio del sálvese quien pueda. Necesitamos un proyecto colectivo que vuelva a poner a la Argentina de pie, desde el trabajo, con derechos, con soberanía y con justicia social.

*Lucas Boyanovsky – Presidente del bloque de UxP de Vicente López, consultor naval.