Por Javier Rovegno*
Este 1° de mayo no alcanza con conmemorar el trabajo: es urgente discutir qué trabajo queremos y para quiénes, cómo lo protegemos, cómo lo ampliamos, cómo lograremos que sean las y los trabajadores verdaderos sujetos vertebrales de esta discusión.
El mundo del trabajo cambió velozmente, transformándose en un mundo cada vez más desigual, generando una gran fragmentación social y laboral. Esta nueva realidad impone un gran desafío: debemos repensar cómo la incorporación de nuevas tecnologías modifican el mundo del trabajo, como así también las relaciones que se desprenden de ello. No se trata de negar la realidad, sino de repensar la implementación de políticas públicas que sean rectoras de esta realidad y de su proyección, garantizando mayor equidad, acceso y amparo para este universo de trabajadores que hoy se incorporan o se enfrentan a este mundo tan cambiante y cada vez con menos herramientas y de forma más inequitativa.
No alcanza con políticas pensadas sólo para los trabajadores formales, porque una parte enorme de quiénes trabajan hoy lo hacen con sus derechos reconocidos, vulnerados. Nos olvidamos —y muchas veces la política también— de hablar con quiénes no tienen esos derechos adquiridos. Para habilitar el diálogo virtuoso entre la comunidad y el Estado, único camino posible para la construcción de políticas públicas eficientes.
Los desafíos en el mundo del trabajo son múltiples, y en el empleo formal registrado existen cuentas que han quedado pendientes. Por ejemplo, mejoras concretas en las condiciones de trabajo: que cada trabajador y trabajadora, pueda contar con un salario digno, que garantice la canasta familiar, la vivienda, la educación y recreación; que existan condiciones de salubridad en los diferentes sectores; estabilidad laboral real que garantice continuidad en los ingresos y en la formación; representación sindical efectiva; y la posibilidad concreta de conciliar vida laboral con la vida personal. Por sobre todo, es hora de comenzar a debatir seriamente la reducción de la jornada laboral. La cantidad de horas de productividad que se exigen en el mercado del trabajo son alienantes. Se debe encontrar una nueva manera superadora que tenga un enfoque más humano y permita a la masa trabajadora proyectar un futuro digno. Y que quienes tienen la aspiración genuina, de que a través del trabajo y la educación, se logre la movilidad social ascendente, y no se perpetúe también, la alienación de nuestro futuro.
Con respecto al empleo juvenil, las cifras son preocupantes. La tasa de desempleo es aproximadamente tres veces mayor que la tasa de desempleo en los adultos. Según el último informe realizado por IDESA (Instituto para el Desarrollo Social Argentino), el 45,9% de jóvenes ocupados son asalariados informales, con trabajo no registrado. Si sumamos los cuentapropistas no profesionales, el porcentaje de jóvenes que trabaja en condiciones informales y de precarización, asciende al 62,4%.
El acceso al trabajo, la educación y la capacitación son una dificultad concreta que atraviesa tanto a trabajadores de la economía informal, como a quienes están registrados, no registrados e incluso a quienes emprenden por necesidad. ¿Qué trabajo se le ofrece hoy a los argentinos? Jornadas eternas, sueldos bajos, sin estabilidad y sin derechos. Para muchos, el trabajo ya no es un lugar desde donde proyectar, crecer o realizarse, sino apenas una forma de sobrevivir.
Frente a esta realidad, necesitamos nuevas formas de intervenir. Y una clave está en reconocer y fortalecer las experiencias de organización comunitaria que ya existen, como las cooperativas, que muchas veces surgen en contextos de crisis y sostienen el trabajo de miles de personas. No se trata solo de recursos, sino también de acompañar las formas de organización que las sustentan, construir herramientas de gestión, formación y fortalecimiento de redes.
Frente a este panorama, hay políticas que sí brindan una respuesta y que vale visibilizar. Un ejemplo son los Centros de Formación Laboral (CFL) que dependen del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires. Instituciones educativas de acceso gratuito donde se dictan cursos con títulos oficiales y de validez nacional, pensados para capacitar en oficios y conocimientos necesarios que brindan salida laboral inmediata. Estos centros son una herramienta concreta para democratizar el acceso a la formación y acompañar trayectorias laborales más dignas. Solamente en 2024 se realizaron 144.884 inscripciones y en lo que va del 2025 aumentaron a 165.000 inscriptos en la provincia.
El Gobierno Nacional de Javier Milei suspendió en el presupuesto del 2025 la Ley que establece el piso de 6% del PBI para financiamiento educativo. En este sentido, se suspendió el financiamiento para la educación técnica y profesional. Este golpe tuvo consecuencias concretas en el acceso a la formación de los jóvenes, teniendo en cuenta que la agenda de este Gobierno tiene otras prioridades.
Por último quisiera reflexionar acerca de la crisis de representatividad que existe en nuestro espacio político. En primer lugar creo que es importante dejar en claro que para poder hablar de trabajo y de derechos laborales hay que comprender las necesidades de nuestro pueblo. Cómo trabajador de la construcción pienso que haber tenido la oportunidad de acceder a una formación técnica me brindó la posibilidad de tener un oficio y poder desarrollarme en el mundo laboral desde muy chico y con independencia económica. Es importante poder abordar estas realidades y que quienes intentamos representar a los trabajadores lo hagamos poniendo en primer plano sus derechos y necesidades. Citando al General Perón en una fecha tan importante “Para conducir a un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como pueblo”
*Javier Rovegno – Concejal UxP San Fernando – Integrante del Movimiento Derecho al Futuro San Fernando Electrotécnico Matriculado C.T.P.B.A N° T040447 C.O.P.I.M.E N° T010732