Para quienes somos Peronistas, los 1ero de mayo son días importantes, porque todos los días trabajamos y militamos un proyecto político que tiene a los trabajadores y trabajadoras como protagonistas.
Algunos dirigentes de la oposición celebraban como logro propio a un hombre que mientras trabajaba se recibía de ingeniero. Como si el peronismo fuera algo contrario al reconocimiento al esfuerzo. Se equivocan. El peronismo es justamente la fuerza política que busca que esos esfuerzos tengan la retribución justa. Que entiende que el esfuerzo es condición necesaria pero no suficiente. Para ser más clara. Hubo momentos en la historia de nuestro país donde ingenieros que habían estudiado muchos años, que habían puesto su fuerza e intelecto al servicio de ampliar la producción, estaban manejando taxis o remises a cambio de ingresos magros. Entre 2019 y 2015 se perdieron 88 mil puestos de trabajo en la industria. Y entre 2019 y 2021 se crearon 32 mil. No es que la gente se volvió vaga o incapaz de un día para el otro. Es que hubo un cambio de modelo económico que aun en pandemia pudo reconocer los esfuerzos de nuestra población trabajadora. El discurso del mérito es un arma de doble filo, porque puede hacer sentir a la gente que lo malo es su culpa. Que están desocupados, o precarizados, porque no se esfuerzan lo suficiente. No es raro que venga de una clase política que cuando le tocó gobernar hizo todo mal y generó esos efectos; más desempleo, más precarización. Es mucho más fácil culpar a la gente. Pero peor, ese discurso se usa para justificar que haya ganadores y perdedores. No pongamos impuestos sobre los que más ganan, porque ganaron con su esfuerzo. Cuando en rigor, casi la totalidad de los 50 más ricos en argentina o bien heredó sus fortuna o bien tuvo “ayuda de sus papis” para iniciar sus proyectos. Ni que hablar de las millonarias ayudas del estado que reciben en forma de exenciones, crédito barato o ayuda directa, pero ahí no preocupa si el gasto público es muy alto o hay mucha emisión.
El esfuerzo del trabajador solo es reconocido cuando media el Estado. Seguro hay algún trabajador que con ingenio y astucia puede hacerse imprescindible y pelear por su retribución justa. Pero qué hay de los millones que con mucho esfuerzo se levantan día o día a ganarse el pan pero son fácilmente reemplazables por el montón que todavía no tiene trabajo. ¿No se esfuerzan? ¿No tienen derecho a un salario que les alcance para vivir, a tomarse vacaciones, a tener tiempo para pasar con sus hijos? Eso no sucede solo. Lo decía Adam Smith (Adam Smith!) en La Riqueza de las Naciones. El salario se determina en una disputa entre el trabajador y el empresario. Pero, dice el mismísimo Smith, el empresario tiene las de ganar, porque tiene capital y puede vivir más tiempo sin producir (o invirtiendo en otra cosa) que el trabajador, que vive mes a mes de su salario. ¿Y quién cuida al trabajador en la contingencia de la enfermedad, del accidente, de la vejez? ¿de qué vive?
Es solo mediante la organización de los trabajadores y la intervención de los tres poderes del estado (el legislativo con las leyes, el ejecutivo con la fiscaización y adminitación del conflicto, el judicial con la sanción) que se reconoce el esfuerzo. Porque son las propias leyes del capitalismo las que instan al que tiene más a quedarse con lo más que puede. Entonces tiene que haber un contrapeso. Esta es la lógica propia del mundo laboral. Mientras que ningún empresario va a preso por no registrar, cuando bien podríamos decir que se le está robando al trabajador su salario indirecto, su derecho a una retribución justa, al futuro acceso a la jubilación, a una cobertura de salud por obra social, a la protección ante los accidentes de trabajo, algunes quieren que la protesta sindical vaya derechito al fuero penal.
Postura que desconoce una obviedad. Nadie quiere que cierren las empresas. No hay trabajo sino hay empresas (y no hay trabajadores y no hay afiliados). Y las empresas no sobreviven sin cambios e inversión. Eso también lo saben los trabajadores y lo sabe el Estado. No hay manera de incorporar a los millones que hoy tiene empleos precarios a empleos dignos si no hay más producción. Por eso hay ayudas de todo tipo, créditos, asistencia. Por eso los trabajadores están dispuestos a discutir como producir más y mejor. Lo que tenemos que mediar es que eso se reparta, justamente, de acuerdo al esfuerzo que cada uno puso y no que se lo quede uno solo.
Estamos convencidos que un Estado que por acción o inacción no interviene en favor de los trabajadores, lo está haciendo en favor de los poderosos; y que les debemos a todos los trabajadores y trabajadoras de nuestro país una distribución equitativa de la riqueza que producen..
Trabajamos día a día por una patria más justa. Feliz día a todos los trabajadores y trabajadoras.
Por Mara Ruiz Malec – Ministra de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires.